Le colgó instintivamente, no estaba de humor para escuchar su voz preocupada.
Volvió a llamar, pero tampoco lo cogió, y otra vez el aparato sonó.
-¿Qué?-dijo cansada-. No sabes que si una persona no te coge el móvil es por algo.
-Venga Tay, estoy preocupado.
-Ya te he dicho que no tienes que estarlo, se me pasará en unos días.
-No te lo crees ni tú. Rondaras por la casa de Ici como un alma en pena.
-Lo que tú digas. Espera… ¿Ici? ¿Y esas confianzas?
-No me cambies de tema. Si tan mal te sientes vuelve a casa y arregla las cosas con tus padres.
-No pienso ceder. Además este es un lugar muy tranquilo…Perfecto para practicar eso de la meditación que me aconsejaste.
-… sí que lo es… pero…
-Estaré bien. De momento tú cuida de los peques hasta que regresemos.
-Vale, pero no le des muchas vueltas a ese coco tan testarudo tuyo.
Taylor profirió una pequeña risita.
-Vale, no lo haré.
-Bien, te quiero-sonrió-. Espero ser capaz de meter a la niña en la cama antes de que vengáis, si no, no me darán propina.
-No pensábamos hacerlo…-suspiró pesadamente-. Yo también te quiero.
Colgó nada más terminar la frase, no quería que Vic se pusiera ñoño en estos momentos.
Aún tenía muchas cosas que aclarar en su cabeza.
En realidad no creo que tuviera en mente ningún lugar, simplemente caminaba esperando a parar algún día.
Sus ojos estaban perdidos en el suelo, y podía jurar que su oído en sus pisadas.
-Adam, nos estamos alejando mucho.
No hizo nada, solo siguió cabizbajo. Sin prestar atención a lo que había dicho.
-¡Adam! ¡¿Me escuchas?!
Nada, era como si estuviera tan sumido en sus pensamientos que nada pudiera penetrar en su mundo.
Levanté la voz un par de veces más, cada vez más alto, esperando inocentemente a que contestara, pero no lo hizo.
Habíamos llegado a una pequeña tienda que estaba cerrada, no sé exactamente dónde estábamos. Lejos del hospital, tal vez.
Aún no se detiene. Ya hemos pasado la tienda hace unos cinco minutos.
-Adam, para-el siguió caminando, por lo que agarré su brazo y tiré de el-.Para.
Me miró confuso y luego pasó la vista por el lugar.
-Nos hemos alejado mucho…
-¿Nos?-le miré con una mueca de mosqueo-. Te he gritado durante un buen rato, pero estabas a lo tuyo.
-Lo siento…
Se sentó en el suelo tortuosamente.
-¿Qué haces? Tenemos que volver-me agache para mirarle a la cara. Estaba serio, y sus ojos mostraban un vacío infinito-¿Estás bien?
-No quiero volver…
Le mire detenidamente, escudriñando su expresión triste.
Me senté a su lado cuidadosamente y no le dije nada durante un buen rato, solo me quede a su lado, proporcionándole todo el silencio que quería.
Hizo muchos ademanes de hablarme, pero no lo hizo. También me miraba de vez en cuando, pero no se fijaba en mi, solo comprobaba si todavía estaba a su lado.
Aquella noche de verano era espantosamente fría. Me estaba quedando tan gélida que llegué a pensar que moriría si no me movía. Pero no lo hice, porque tenía miedo de dejar a Adam solo.
Estornudé una vez y me froté la nariz, sentí frías ambas partes, las manos y la nariz. Debía de estar pálida y con los mofletes y la nariz colorados. Tenía tanto frío que no tardé en empezar a tiritar.
-¿Tienes frío?
Me reí sarcásticamente.
-Que va, tengo calor-le mire, encarando su mirada perspicaz-¿Qué me ha delatado? ¿El estornudo o el hecho de que estoy tiritando?
-Ambas cosas
No tenías
fuerzas para replicarle y, por lo que parecía, el tampoco tenía ánimos para una
pelea.
Estaba con
la cabeza alzada y los ojos cerrados, increíblemente tranquilo, como si el frío
no le calase los huesos.-Mi padre tiene mucho poder por aquí. Es un gran…-meditó un segundo sus palabras y luego la miró de soslayo-…comerciante. Todo el mundo le trata como si fuera un rey, y a mí también.
-Por eso la enfermera…
-Sí-suspiró-. Por culpa de eso la gente no me trata como a uno más, se acercan por interés o simplemente, no se me acercan.
-Debes sentirte muy mal al respecto.
Rió débilmente.
-Me siento muy solo…-giró la cabeza hasta clavar en mí sus profundos ojos-. Ahora que lo sabes no… te alejes. Eres la única que no se ha ido de mi lado.
-Vale-dije algo confusa-. No lo haré
Fue en ese momento cuando realmente me di cuenta de lo solo que se sentía. La soledad le había atrapado por completo, y él realmente quería huir de ahí.
Nos quedamos en silencio un rato, hasta que decidí levantarme para caminar un poco.
De un lado a otro, en silencio, esperando a que él se decidiera a levantarse.
Nadie pasaba por ahí, y yo no llevaba el móvil para poder avisar al resto.
-Creo que estoy siendo egoísta.
Le miré sorprendida, de que hablara claro, ya que había estado cayado y no había hecho ademán de hablar.
-¿A qué te refieres?
-Bueno… te he arrastrado hasta aquí y ahora estoy haciendo que aguantes el frío.
-Pues sí que es un poco egoísta-le dije -. Me estoy congelando, pero… si lo que necesitas es pensar en silencio algo importante, no me importa.
-Pensaba que no me soportabas.
-Y yo pensaba que solo pretendías molestarme porque eres un…-busque la palabra correcto-…maleducado.
¿Maleducado? ¿Es lo mejor que se te ocurre Icíar?-pensé-Eso parece…
-Supongo que…eso es lo que he aprendido. A ser un maleducado.
-¿Y te gusta?-me apoyé en la pared de enfrente.
-Depende.
-Sí, bueno. Supongo que tiene que estar bien saber cómo insultar al que se mete contigo-se rió-. Hablo en serio. Yo desearía ser así en algunos momentos.
Adam se levantó, sacudiéndose un poco el polvo del trasero.
-Bueno, creo que deben de estar preocupados.
-Deben de estar desquiciados.
Volvimos al hospital, donde mi padre y el Adam empezaron a hacernos preguntas, me sentí como si me estuvieran ametrallando con las preguntas.
Las enfermeras atendieron a Adam enseguida, y con él entró su padre y el mío, por lo que me quede en la sala de espera con Taylor.
Estaba mirando a la nada de manera melancólica, mientras jugueteaba con su móvil.
-Tay… ¿estás bien?
-¿Eh? Sí, sí. No te preocupes, solo pensaba.
La mire a los ojos y interrumpió su jugueteó con el teléfono para encarame.
-De verdad.
-¿Dieces eso para que intente creerte o para que no insista?
-Bueno, si te lo crees no insistirás. Pero si te indico que no insistas seguirás preguntando- se encogió de hombros-. No hay quien te engañe.
-Más bien tú eres un libro abierto.
-No decías que necesitabas un manual de instrucciones para entenderme.
-Sí, pero para las cosas complicadas-bajé la mirada y empecé a escudriñar mis zapatos- Es fácil adivinar cuando estas enfadada o triste.
-Pero cuando te digo que no me pasa nada te sueles dar por vencida- la encaró-¿Eso no es de cobardes?
-Si te insisto te enfadas, si no, también…-me muerdo en labio inferior mientras froto mi brazo derecho-. Es más fácil esperar que se te pase.
-¿Y si algún día no se me pasa?
Dejé lo que estaba haciendo para mirarla fijamente, estaba seria, mirándome, retándome.
-¿A qué te refieres?
-Me refiero a que… imagínate que algo me ocurre, y no sabes el qué, y por no insistirme pienso que no te importo y me voy.
-Eso es ridículo… ¿por qué pensarías que no me importas?-se encoge de hombros-. Siempre he estado a tu lado, desde pequeñas. A lo que quiero llegar es que, creo que no es justo que me pongas en esa categoría, porque nunca dejaras de importarme.
-A no ser que te haga daño.
-Ya lo has hecho muchas veces, y yo a ti- me di una palmadita en el muslo para romper la tensión-. Pero aquí estamos.
-No escarmentamos.
-No.
-Siempre juntas.
-Ya no lo estamos tanto, si te fijas.
-Es verdad- miró hacia el techo-¿Qué nos pasó? Antes éramos las mejores amigas, del mundo mundial.
-Supongo que… nos hicimos más independientes la una de la otra. Conocimos a otras personas, no enfadamos, nos reconciliamos y… bueno, ahora estamos aquí.
-Parece que fue ayer cuando teníamos doce años.
-Sí-reí junto a ella-. Ahora somos adultas, tú tienes novio, yo una casa con caballos… No nos podemos quejar tanto.
-Siempre miras el lado positivo de todo ¿eh?
-Es mejor
que deprimirse. Siempre hay que mirar hacia adelante, no vale desmoronarse-la
miré decidida-. Esta no es la parte más dura, aún nos queda un largo tramo que
recorrer, Taylor. Este no es el final de nuestro viaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario