Ese día, Villar del Puerto estaba más tranquilo de
lo normal. El cielo estaba inundado de nubes negras, que amenazaban a sus
habitantes con la lluvia áspera del invierno. Ni un alma en pena dejaba asomar
la cabeza, ni siquiera por las ventanas. Las casas de piedra
labrada o canto rodado esperaban el momento del llanto.
Aquel lunes, mi héroe murió. Aquel anciano de nobles ojos azules que había aportado tanto quedo inerte en una camilla de hospital.
Aquel lunes, mi héroe murió. Aquel anciano de nobles ojos azules que había aportado tanto quedo inerte en una camilla de hospital.
Mi mano no dejaba de temblar, lo notaba por como mi infusión, que
me había dado una enfermera minutos antes, creaba ondas. Creo que no era solo
la mano la que temblaba sino yo, entera.
-Cielo, sé que es duro, pero no puedes quedarte sentada en el
suelo del pasillo.
Una joven enfermera intentaba persuadirme de que me levantara del
suelo, pero me parecía tan cómodo que mi cuerpo se negaba.
-Ve a la sala de descanso.
- Si hiciera eso ¿los pacientes no se inquietarían?-la miré
fijamente, no pretendía ofenderla, pero era probable que eso sucediera.
Su determinación había alcanzado su fin, ya no iba a molestarme
más. Se marcho sin dirigirme palabra alguna.
Pasaban los segundos, los minutos, las horas… y nadie venía. A lo
lejos un fuerte y rápido taconeo sonaba, acercándose cada vez más.
-¡Icíar! Cariño, he venido corriendo en cuanto me he enterado-. No
miraba a la persona que me lo decía, pero sabía quién era con mucha seguridad-.
¡Qué gran desgracia! Pero no te preocupes, pequeña, saldremos de esta.
-Mamá, estas dramatizándolo demasiado.
-Porque es un drama. Que
espanto, me desgarra el corazón. Mi padre…
-¡Para! No es motivo de burla- la miro seriamente, con esa mirada
que ella dice que mataría a un ejército-. Es como si no te importara.
-Claro que me importa, Icíar.
Solo quiero que esto resulte más llevadero.
La miro incrédula, está haciendo un chicte de esto, no le importa
lo más mínimo.
Resoplo y voy a la sala de descanso, dando gracias porque mi madre
sea hermosa, porque, obviamente, muy lista y perspicaz no es.
Me resulta molesta, no es que no la quiera, es que es demasiado optimista
para mi gusto, y siempre va muy arreglada, con su media melena caoba bien peinada
y sus grandes y oscuros ojos exageradamente pintados en tonos tierra y siempre embutida
en ropa cara.
-Por cierto, ya que tu abuelo… a pasada a mejor vida y como yo
suelo viajar mucho, he pensado en que puedes ir a vivir con Carlos.
-¿Con papá? ¿No me puedo quedar aquí?-mi madre me sonríe y
lentamente niega.
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