domingo, 16 de septiembre de 2012

Cartas al abuelo. Capítulo 8.

Taylor se asomó en el baño con paso cauteloso.
Ariel la empujó al salir del cuarto, tirándola al suelo.
-Oye, niña, mira por dónde vas.
-¡Ariel!-Icíar fue hacia ella, pero entonces pisó la mano de la morena-. Lo siento Taylor.
-Esa, era mi mano-dijo entre gemidos-. Duele.
Icíar empezó a reír, tapándose la boca con la mano.
-Lo siento, pero…-volvió a mirarla y se río más fuerte-. Tienes una cara muy divertida.
-Eso, tu ríete de los desvalidos.
Icíar recordó el gran moratón y fue corriendo con la pomada en mano.
Taylor se levantó y la siguió escaleras abajo.
-Icíar, qué pasa…
Un hombre de siniestro aspecto las miró, sujetaba una bolsa de hielo contra el hombro del muchacho pelirrojo.
-¿Qué te ha pasado?-preguntó esta confusa-. Menudo moratón.
Adam miró con fastidió a Taylor y Icíar, quien le tendió la pomada a su padre.
Taylor miró descuidadamente la mano de esta, estaba temblorosa,  como si se pensara si dárselo o no.
-Bien-dijo Carlos al recibir el bote-. Creo que tenemos que llevaste al hospital para que te lo miren.
-¿Al hospital? Eso no es necesario, estoy perfectamente.
-Adam… cálmate-el otro hombre que estaba en la sala le izo señas para que se sentara de nuevo-. Es mejor así.
El muchacho quedó en silencio unos minutos, meditando atentamente la proposición que se le hacía. Se frotaba las manos mientras miraba al suelo, haciendo eterno el silencio.
-Yo creo que deberías ir-Icíar pronunció las palabras con voz temblorosa-. No tiene buena pinta.
Procuraba no mirar el brazo del chico, ni siquiera por accidente. Permanecía mirando sus botines.
 Aún no se había cambiado de ropa desde el funeral.
El pelirrojo la miró de reojo y asintió levemente. Se levantó acto seguido y cogió la camiseta que reposaba sobre la masa y se la puso.
-Vale, pero no voy a quedarme todo el día ahí metido.
-Pues en marcha. Icíar, Taylor, quedaros al cuidado de Ariel y Alex.
-¿Qué? Yo pienso ir con vosotros.
Taylor miró incrédula a Icíar, al igual que todos los presentes.
-No pienso quedarme aquí de brazos cruzados.
-Entonces llamaré a Vic para que los cuide él- Icíar la miro perpleja-. Si tú vas, yo también.

 
Todos montamos en el coche del hombre de negro cabello.
Mi padre me había aclarado quien era, el padre de Adam.
Para ser sincera, no me había sorprendido mucho, se parecían bastante en algunos aspectos. Tenían la misma forma de la cara, el mismo tipo de mirada, como fueran superiores a los demás, incluso, se parecían en la forma de caminar.
El hospital estaba a unos quince minutos en coche. Eso le había dicho su padre distraídamente antes de comenzar el trayecto.
Todos estaban en silencio. El padre de Adam conducía y el mío iba de copiloto.
Taylor miraba por la ventana con una mirada distante, como si estuviera en otro mundo, en un lugar muy lejano. Adam miraba hacia delante, intentaba no tocar el respaldo, cada vez que lo hacía en su cara se reflejaba una mueca de dolor, pero no decía nada, ni una sola queja.
-¿Cómo te lo hiciste?-le pregunté en voz baja, acercándome un poco a su oído-¿Te diste con algo?
Me miró de refilón y abrió la boca para decir algo, pero la cerró al instante. Hizo lo mismo un par de veces más hasta que decidió dejar de titubear y me meró directamente.
-Me tiró un caballo.
-¿Un caballo?
No me contestó, se limito a volver a mirar al frente.
Una vez ya en el hospital, el padre de Adam, fue a hablar con la que estaba atendiendo la sala de espera mientras nosotros esperábamos sentados.
Taylor cogió su móvil y empezó a teclear rápidamente.
-¿Qué haces?
-Enviar un mensaje a Vic.
-Están prohibidos los móviles aquí-el pelirrojo señaló un cartel-. Apágalo.
-Relájate, no me dirán nada si no me pillan.
-Entonces ponlo en vibrador antes de que te conteste.
La morena puso los ojos en blanco.
-Voy a salir un rato.
-Vale, pero no te alejes mucho-mi padre se sentó en el sitió que ella acababa de dejar-. Ni tardes.
-Sí.
Unos segundos después Bill se acercó con una enfermera.
Tenía una gran sonrisa en la cara y una mirada nerviosa. Como si estuviera asustada de algo o alguien…
No paraba de echarle rápidos vistazos a Bill mientras le decía a Adam que tenía que esperar un poco más para que le viera el doctor.
-Espero que no te moleste…
-No me importa.
-¿Seguro?-la enfermera le miró suplicante-. No me importa pedir que se den prisa…
-No me importa esperar un poco.
Le miré atentamente, estaba realmente molesto con la insistencia de de la mujer.
-Bien, bien. Aún así les pediré que no tarden mucho.
-Ya he dicho que…-suspiró y luego se levantó bruscamente-. Da igual. Voy a tomar el aire.
-¿Tu también?-papá se levantó costosamente y le miró-. Haz lo que quieras, pero lo mismo que le he dicho a Taylor te lo digo a ti.
-Ya, vale.
-Espera, voy contigo.
Me miró de arriba abajo durante unos segundos, después se dio la vuelta y empezó a caminar rápidamente hacia la salida
-¡Vale!-dijo mientras mantenía el paso firme-. Pero no me causes problemas.
Sonreí levemente y empecé a andar rápidamente para alcanzarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario