viernes, 13 de mayo de 2011

Uno menos.

Empecé a pronunciar las palabras correspondientes. Nadie las podía oír, solo podrían verme mover los labios. La gente pensaría que estoy leyendo.

Pero algo falló, no pude sentir pensamientos. Aparte de eso, sentí como se giraba hacia mí con sus ojos culpándome. Mirándome fijamente a los ojos.

Me miraba con asco, ¿se había dado cuenta?

-Bruja…-después de eso se giró.

No podía ser. Un humano no podía distinguirnos… no  así.

-Derek-susurré.

-¿Ahora me hablas?

-¿Podemos hablar luego?

Me miró y dijo:

-Si es sobre María-le interrumpí.

-No es sobre ella-miré al nuevo y él hizo lo mismo.

-Vale…

Tras la clase guié a Derek a un sitio donde  el nuevo no pudiera oírnos.

-¿Qué pasa con ese?-dijo refiriéndose al chico nuevo-¿Se llamaba Salvador?

-Qué más da…-miré alrededor-. Pasa que ha percibido que soy bruja.

-¿No eras vampira?

-En parte, mi madre es bruja y…soy mitad y mitad, ¿ok?

-Vale…pero especifícame lo de percibido ¿No es humano?

-Sí lo es.

-¿Y entonces?

-Pues no sé. Esperaba que me lo aclararas tú.

-¿Yo?-miró a alrededor y vio a Salvador-¿Yo por qué?

-Porque eres un vampiro pura sangre, eres más fuerte  que yo, más rápido y con más sentido para percibir cosas raras.

-Raras ¿eh?-Salvador nos miraba, yo no  le miré, pero Derek  hizo un gesto de saludo-.Intentaré hacer algo…

-Gracias. Es muy importante para mí-me miró y me sonrió-¿Qué pasa?

Sus brazos rodearon mi cintura acercándome más a él.

-Pasa que me gusta hacerte feliz-acercó sus labios a mi oreja y me dijo-no lo olvides.

Puse mis brazos sobre sus hombros, como abrazándole.

-Vale, no lo aré.

-Bien-dejo de rodearme con los brazos y se apartó de mí para irse a su próxima clase-.Asta luego preciosa.

Me ruboricé y me fui a mi respectiva clase, pero antes de llegar Salvador me alcanzó y me retuvo.

-Se que eres bruja-dijo con su mirada de odio y soledad clavada en mí.

-No sé de qué hablas…

-Pienso cazaros a ti y los tuyos. Pienso liberar a las presas de tu engaño.

-¿De qué hablas?-se puso a reír-¿Qué te hace tanta gracia?

-Mira, no me vas a convencer. Crees que tu belleza te sacará de esta  o algún hechizo, pero no es así. E matado a muchas como tú.

-Eres un cazador de seres nocturnos…-susurré-un asesino…

-¿Asesino? Soy un salvador del mundo humano.

-No es cierto…, matas a seres inocentes. Eres como un vampiro sin control-ahora mi mirada era como la suya, llena de odio, sin compasión-, eres un como un brujo despiadado que quita la vida ajena para obtener poder.

-¿Y tú? Una bruja que engaña a gente para luego…, no quiero ni saberlo. Una bruja que engaña a chicos…-se refería a Derek-.Apuesto a que no sabe nada de esto-dijo sonriendo con malicia.

-Ten cuidado, no solo soy bruja.

Sus ojos se abrieron en sorpresa.

-¿A qué te refieres?

-Me refiero a que si no tienes cuidado me lanzare a tu cuello, matándote. Créeme que disfrutare haciéndolo.

-Ahora eres una amenaza mayor. Estoy deseando darte caza.

Sonreí malvadamente.

-Antes te la daré yo. No sabes lo peligrosa que puede ser una vampira medio bruja. Puedo cazarte a la luz del sol, echarte un hechizo o maleficio para inmovilizarte, etc.

-Bruja chupasangre. Voy ha matarte.

-¿Tú y cuantos más?-le susurré al oído.

-Solo yo.

-Lo siento, somos más. Ten cuidado, Salvador.

-Lo tendré-me dejó libre y antes de seguir el pasillo me dijo-pero tú tenlo más.

En la hora de la comida le vi hablando con Derek, mirándome con odio.

Oí de lo que hablaban. Salvador le decía a Derek lo que yo era, le pedía que se uniera a él para matarme. Decidí ir e intervenir.

-Hola Derek-sonreí y luego miré a el enemigo-¿Salvador?

-Hola Adelaida-dijo mirándome con furia.

Derek me rodeó con los brazos.

-Hola preciosa-percibí como le guiñaba un ojo a Salvador-hablábamos de la clase de Sociales.

-Interesante, me encanta la historia.

-Yo me marcho ya Derek-le dijo amistosamente.

-Hasta luego- dijo Derek y Salvador luego me miró a mí.

-¿Adelaida?

-Chao, Salvador.

Cuando se fue me giré para mirar a Derek a los ojos.

-Ya sé que es- me dijo entusiasmado.

-Tarde, yo también, pero…puedes decirme de que hablabais.

-De lo que eras. Quería que me uniese a él para destruirte.

-¿Qué le has dicho?

-Nada, has aparecido.

Vimos como se acercaba a Luna, Ana Y Eric

-Sera…- me dirigí hacia ellos  para que Salvador no dijera nada-.Hola otra vez…

-Rápida.

-Hola Ade-dijo Ana.

Se sentaron fijándose en Salvador.

-Tú eres el nuevo ¿verdad?-dijo Eric-encantado, soy Eric, primo de Ade.

Le miro sonriente y luego me miró a mi satisfecho.

-No me digas ¿Y vosotras?-dijo esperando que fueran criaturas de la noche como nosotros.

-Son mis amigas. No eres bien venido en esta mesa. Lárgate con Derek si quieres-estaba seria y le miraba llena de ira.

-Que directa más cruel Ade.

-No me llames así. Y apártate de ellas. No las vas a comer el coco.

-¿Qué te apuestas?

-Tu muerte estaría bien-le dije en un tono en el que los demás no me oyeran-.Vete.

-Pues iré con Derek.

Cuando se fue todos me miraron como si fuera una extraña.

Mi giré a mi primo, fulminándole con la mirada, luego me senté.

-¿Qué ha pasado aquí?-Ana estaba estupefacta.

-Bien hecho-dijo Luna orgullosa de mí.

-¿A echado a ese bombón y tú estás saltando de alegría?-seguía diciendo Ana.

-Sí.

-Pues yo tampoco lo entiendo. El chaval parece majo.

-Y está bueno.

Ante sus acusaciones me limité a encogerme de hombros.

-¿Podéis hacerme un favor?

Los tres asintieron.

-Si veis que se acerca a vosotros, por lo que más queráis, alejaos de él.

-¿Y eso?-Eric estaba que no se lo creía y Ana ya ni os cuento.

-Yo pensaba hacerlo de todos modos-Luna seguía sonriendo orgullosamente.

-Pues yo no te lo prometo.

-Ana…

-No. Está bueno.

-Me molesta escuchar esto-decía  Eric como para sus adentros-, normal…soy un hombre.

-Sigue soñando-le dijo Luna.

-Mala…

Mientras mi primo y Luna discutiendo cosas irrelevantes, Ana y yo  no nos entendíamos.

-Yo quiero hablar con él.

-Te lo estoy pidiendo como amiga.

-No. Pidiéndome eso no eres una buena amiga.

Después de esa  oración Ana se marchó de la mesa. Sabía que no tenía intención de pedirme perdón.

Tras la comida  vi a Ana con Salvador. Quería ir e interrumpir, pero no podía hacerle eso a Ana, era mi amiga.

Me encerré en el aula de música.  A esta hora no había nadie.

Me senté en frente de piano y me puse a pulsar teclas al azar, ya que no se tocarlo. De repente note como gotas calientes resbalaban por mis mejillas.

Entonces Salvador entro despreocupadamente y yo me seque las lágrimas frenéticamente.

Notaba como su mirada se había percatado de que lloraba, pero no le di importancia.

-Ana ya está con migo…

-Vale-me miró perplejo-, estoy harta de este juego…

-Solo acaba de empezar.

-¡Pero te has llevado a Ana! La has puesto en mi contra.

-La he dicho la verdad. Tú la utilizabas.

-No…no, te equivocas. Ana es mi amiga, para qué usarla.

Echó una carcajada y luego, al mirarme, se puso serio.

-¿Por qué te empeñas en decir eso?

-Porque es la verdad.

-¿Qué ves en esos estúpidos humanos? ¿Qué ves en Ana? ¿Y en Derek?

-En Ana veo felicidad, optimismo y poca vergüenza. Es tan enérgica, siempre dispuesta a brindar una sonrisa.

-¿Y de Derek?

-Vida… pasión por las cosas…es tan, están Derek.

-Anda que especificas. No te creo, voy a cazarte.

Durante los meses que transcurrieron Ana seguía enfadada con migo y se había unido a Salvador. Derek intentaba no mostrarle que era un vampiro. Luna seguía pasando de Salvador y Eric ya sabía todo el asunto.

No les conté nada a mi familia, si lo hacía podía ponerlos en peligro, Salvador no era tonto.

Los hombres lobo estaban al corriente, pero solo María se digno a intentar ayudarme. Últimamente nos llevamos mejor.

Hoy empiezan las vacaciones de verano. Mi familia tiene pensado volver a Francia y visitar a mi abuela.

Pero no todos íbamos a volver, tenía ese presentimiento.

En clase de Sociales Salvador me pasó una nota que ponía:

Conocí a tu hermano menor, pero no  se dio cuenta de lo que yo era.

Alan…pensé. No podía creer que Salvador hubiera matado a un niño de siete años, y no lo creí. Entonces por la puerta apareció una de las mujeres de secretaría.

-¿Adelaida Le Blanc?

Alcé la mano y pude escuchas un lejano  proveniente de mi boca. Era desesperado y lleno de miedo.

-¿Puedes venir?-su expresión me lo decía todo, Salvador había sido capaz-.Es urgente.

Mire a mi profesor esperando que me dijera que no, pero afirmó con la cabeza.

-Claro-dije en un susurro ahogado.

Salí del aula y la chica me empezó a contar lo sucedido. Tras escuchar todo fui a mi casa corriendo, sin coger libros ni dar explicaciones.

Cuando llegué a casa todos estaban apiñados alrededor de un ataúd de madera pintada de blanca.

-Elliot…

-Adelaida…-su mirada era triste.

Al ver a todos con auras tan negras no pude evitar romper a llorar.

Elliot dejo de mirarme y se fue a su cuarto, mi madre lloraba al igual que yo. Los demás estaban a su alrededor.

Me acerqué al ataúd. Alan estaba dentro. Una estaca atravesaba su corazón y estaba rígido. Su piel estaba más pálida que nunca y sus cabellos ocultaban su rostro, que había quedado en un gesto de horrible sobresalto.

No pude mirarlo más que unos segundos.

No fui al instituto durante una semana, pero cuando volví todo estaba igual.

Salvador se acercó a mí riendo malvadamente.

-Lamento lo de tu hermano.

Le arañe la mejilla como señal de lo que le iba a hacer.

-¡Ah! ¿De qué vas?

-Solo tenía siete años…y… y tú le has matado. Te espero hoy en el bosque, voy a matarte limpiamente.

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