Hoy ya es
viernes, mi habitación ya tiene mejor
aspecto.
Sin darnos
cuanta tardamos mucho en mejorarla, y
llegó este día.
El día en el que los familiares vienen de
negro y con caras tristes, con la única intención de deprimir más a los que
realmente sufren.
El primer
coche en llegar es el de mi madre, que lleva a mi abuela. No entendía para que
hacer aquí el funeral, seguramente se habían gastado un dineral en todos los
preparativos. Que si coronas de flores, coche funerario, trajes recién salidos del tinte…
-Hola- la
puerta de mi habitación se abrió y una cabeza de pelo castaño oscuro apareció
lentamente-. ¿Cómo estás?
-¿Taylor?
¿Qué haces aquí?
Se paró
bruscamente en el umbral de la puerta y me miro de arriba abajo.
-Veo que tus
modales siguen igual de malos, niña. Yo he preguntado antes.
-Bien,
estupendamente- sonrío falsamente haciendo evidente mi descontento-. Es más, no
podría estar mejor ¿Has visto los preparativos? Si existieran los unicornios
abrían alquilado algunos.
-Si tú lo
dices…- pone los ojos en blanco antes de entrar completamente en la habitación-.
No está nada mal. Por el color es obvio que es tu cuarto.
-Si fuera tuyo estaría lleno de posters- me
siento en la cama mirando atentamente como inspecciona mi cuarto.
Mira cada rincón
con sus perspicaces ojos marrones, sin olvidarse de la terraza.
-Bonitas
vistas-se gira y me ve mirarla directamente-. ¿Qué?
-Me
recuerdas a un buitre… Es decir, no paras de dar vueltas… y no me has contestado…
-Vine a
darte mi apoyo, obviamente… Por cierto, ¿puedo quedarme unas semanas?
-¿Qué?
Taylor
meditó le que iba a decir y se sentó a mi lado. Esperó un buen rato y a continuación me miró
fijamente a los ojos agarrándome repentinamente de los brazos.
-Esto es por
TU-RIS-MO. No me he peleado con mis padres… y no me he ido de casa por un
tiempo para ser independiente.
-Claro que
no.
Me soltó y
luego fue a mirar por la ventana.
-No. Es por
turismo… Este lugar parece muy… muy divertido.
-Mi padre
quiere hacerme una fiesta a lo grande…-insinúo para contentarla.
-Dios salve
a tu padre. Me ha salvado del aburrimiento.
Me levanto
para salir a recibir al resto de la familia. Taylor me sigue mirando todo lo
que puede a su paso.
-Taylor… sí,
es muy bonita. Sí, nunca habías estado en ella. Y sí, se que tienes mucho interés en verla entera,
pero...- le paso una brazo por encima y le susurro-. Por aquí ronda un “ser despreciable” y no
quiero que te encuentres con él.
-¿Un ser
despre…? ¿De qué estás hablando?- grita mientras me mira extrañada-. Icíar…
¿qué has desayunado?
-Ayer se
tomó un Nesquik.
Nos giramos
y nos encontramos con el “ser despreciable” en medio del pasillo.
-¿Cuánto
llevas hay?
-Lo suficiente
para saber que hay un “ser despreciable” aquí.
Taylor me
mira molesta y luego me da un codazo.
-Por esto
nunca, jamás, te llevaré a conocer chicos.
-¿Qué?- le devuelvo
el codazo más fuerte-. El “ser despreciable” es el.
El aludido
nos mira inexpresivo y luego me empuja a un lado.
-Como sea,
no tengo tiempo. Apártate.
-¿Qué eso no
se dice antes de empujar?-le grito-. Me puedo apartar yo sola.
-Es muy
guapo…
-Es un “ser
despreciable”- le recuerdo a mi amiga.
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